LA VESTUARISTA PAULA MOLINA COMPARTE EN PRIMERA PERSONA DETALLES DE SU TRABAJO EN LA PUESTA DE ANALÍA FEDRA GARCÍA SOBRE LA OBRA DE ARMANDO DISCÉPOLO QUE PUEDE VERSE EN EL TEATRO REGIO.


"En la primera reunión Analía, la directora, me pidió que el vestuario no sea fiel reflejo de los años en que fue escrita la obra, 1933. Aquí no se trata de documentar aquella década: pese a que el texto mantenga algunas actualidades temáticas, otras se pierden por el paso del tiempo, y por ese motivo sí se deja entrever lo que podemos definir cómo “vestuario de época”. A la hora de diseñar el vestuario en su conjunto, me formulé el carácter de cada personaje en su individualidad, según su sociología. El tránsito que hace cada uno por la obra, los momentos más oscuros, los momentos de más luz, entre otras cuestiones. De esa forma, le asigné a cada uno un color primero, y una forma después, que necesariamente traspasa el cuerpo y pone al personaje en el espacio de su antropología.


Al momento de mi diseño, la escenografía no estaba planteada, ni en forma o color. Sin embargo, cuando Rodrigo Gonzalez Garillo se unió al equipo y surgió el diseño escenográfico, notamos que podían convivir perfectamente con el vestuario, resultando esa relación armoniosa y plástica. En los últimos trabajos desarrollé una postura cromática que me ha dado satisfacciones en lo que se refiere a puesta. Me refiero puntualmente a que entiendo el vestuario como parte de la plástica de la obra, y por eso busco una sintonía con la escenografía y entre los personajes. Este es el punto más sobresaliente de mi diseño, ya que en cuanto a forma, como lo dije antes, hay una idea de vestuario de época. Podría ejemplificar contando que Irene, la madre, viste en verdes y nos habla de creación, de matrimonio, de algo que revive, de sabiduría pero también de locura. Lito, el hijo del medio, el sabiondo, en cambio, va ganando una “iluminación” con la que sabe alumbrar a los demás. Es el fuego, la llama que inflama los corazones, representada en tonos naranjas y ocres. En el caso de Nené, la menor de la familia, puede ser serena y oscura al mismo tiempo, bondadosa y mártir, y su tránsito estará sintetizado en violeta.


En el proceso se da un intercambio con el actor sobre la visión de su personaje. Creo que es aquí donde, la mayoría de las veces, las ideas mutan hasta encontrar un punto en el medio que nos conforme a ambos, conversando y transmitiéndole mi visión, pero siempre con el objetivo de entender globalmente al personaje. En este caso, había aspectos que defendería a capa y espada, y otros (como si un actor quisiera sumar un saco en una escena) en los que pude ceder un poco, sólo un poco, y aceptar otra idea. Desde un lugar personal, ya que soy madre de un adolescente, lo que más me atrae de la obra es la relación padres-hijos y sus devenires. Inclusive, existen ciertos pasajes que no son tan demodé. Más allá de esa particularidad mía, llevar a escena el mejor texto de Discepolo (según aseguran muchos entendidos), los nervios cuando sucede el piasato, y el poder hacer teatro con un gran elenco y con una gran directora es toda una oportunidad por la que voy a estar agradecida siempre".





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FUNCIONES/ Jueves a sábados 20.30 hs - Domingos 20 hs.

LOCALIDADES/ Platea: $170 -Pullman: $120 - Jueves: $85

DURACIÓN/ 100 minutos aprox.

UBICACIÓN/ Avenida Córdoba 6056.