RODRIGO GONZÁLEZ GARILLO CUENTA CÓMO DISEÑÓ EL ESPACIO DE LA ÚLTIMA PIEZA ESCRITA POR UN DRAMATURGO AL QUE ADMIRA. PARA ELLO, SE CUESTIONÓ CÓMO POETIZAR Y SER CONTUNDENTE A PARTIR DE LOS AMBIENTES PROPUESTOS POR EL AUTOR.

“Analía Fedra García me pidió que trabajáramos siguiendo lo que Armando Discépolo señala en las didascalias en cuanto a respetar los ambientes, pero le dimos una mirada contemporánea sobre el espacio que implicara estilización y síntesis para, desde allí, alcanzar una nueva instancia poética. Nuestra hipótesis es que el espacio más despojado, alejado de lo realista, -y a su vez recreado con materiales nobles y fuertes, formas puras y planos extensos-, se constituye en una buena cancha para que los actores desplieguen la fuerza y emociones de este gran texto. Eso dio pie para armar un territorio y paisaje para la exposición preponderante del alma de los personajes. 


Teniendo en cuenta estas premisas, el desafío era poetizar y ser contundentes con los ambientes sugeridos por el autor. En un principio, investigamos sobre el tiempo y los mecanismos del reloj y sus partes (engranajes, agujas, cuadro y cuerdas), asociando estos elementos a la maquinaria teatral (fondo de escenario y calles laterales, torreón de tramoya, todo lo que el público no ve del escenario). La idea era, luego, cruzarlos con una casa de familia de clase media de la época con local a la calle. Así, por ejemplo, una pared extensa que pueda pertenecer a la típica casa chorizo a su vez sugiere una de las agujas del reloj, y en el paso del tiempo de la obra, un corrimiento de dicha pared deja al descubierto los mecanismos del escenario.  


Los principales elementos del montaje escénico son sus paredes altas y contundentes en sus diagonales, que con la nobleza de la madera de los muebles y el piso, puedan crear con solidez el ámbito que corresponde a esta familia dedicada al trabajo y el esfuerzo para construir un futuro de una clase. Lo anterior se completa con dos importantes engranajes de reloj a nivel del piso en la parte anterior del escenario, que al girar generan un movimiento de las paredes (pliegue, desplazamiento y elevación) para narrar el paso del tiempo, y a su vez, transformar esa estructura de apariencia sólida y exponer una fragilidad que finalmente conlleva a un futuro incierto.  


Al no diseñar un espacio estrictamente realista, desechamos algunas ideas en el camino, como llenar el espacio de muebles, cuadros, adornos o molduras, en virtud de quedarnos sólo con lo necesario para la acción dramática anulando toda opinión decorativa. Esta decisión radicó en confiar en que la obra nos permitiera una mirada espacial más contemporánea. Por otro lado, tuvimos que modificar dimensiones de algunos elementos que conforman la escenografía para mejorar la visión desde la platea y, además, porque ésta tiene que poder ser desarmada y guardada, ya que este espectáculo va a compartir temporada con una obra infantil. Al componer a partir de la síntesis explicada anteriormente, se pretende que cada objeto elegido tenga un alto nivel de protagonismo, descartando lo superfluo y con una mirada orientada a lo esencial y al servicio de los personajes y de la totalidad de la puesta.


Discépolo fue admirado por las problemáticas que aborda en su interrogación sobre nuestra identidad nacional, y por eso desde un principio me resultó un desafío vincularme con un material suyo. En este caso en particular, me interesó su visión del trabajo como tutor y núcleo de la sociedad, el amor por un oficio artesanal y solitario, las diferentes miradas generacionales contrapuestas, y, fundamentalmente, el retrato de una Argentina en crisis entre las dos guerras mundiales y la exposición de una moral. Me conmueve su vigencia en relación a una mirada hacia el futuro plagada de incertidumbre.


Es precisamente esta incertidumbre la que deseé plasmar en el espacio escénico. Asimismo, y dentro de la síntesis propuesta con la directora, trabajé artesanalmente en la elección de materiales y colores y pequeños objetos: desde una bolsa de compras a una herramienta de relojero.

En principio trabajamos la idea espacial con la directora y una vez que el proyecto escenográfico estaba adelantado interactuamos entre todos los diseñadores para discutir e intercambiar tanto elementos técnicos específicos, como acordar gama de colores, texturas, decisiones para los cambios de actos.  Y cada uno fue aportando su visión y reflexión para sumar desde su área y crear entre todos una totalidad visual y sonora".