ESTRENO EN LA LUGONES DE “CASA PROPIA” DE ROSENDO RUIZ

EL CINE CORDOBÉS LLEGÓ PARA QUEDARSE

El realizador argentino Rosendo Ruíz (De caravana, 2010) estrena en la Lugones Casa propia (2018), el relato de un hombre que necesita tomar decisiones frente a los avatares que le impone la vida. Escrita junto con Gustavo Almada, quien además protagoniza la película, Ruiz avanza en conceptos trabajados anteriormente como la juventud, la soledad y la noche, logrando un relato sólido y potente.

 

 

 

El realizador argentino Rosendo Ruíz (De caravana, 2010) estrena en la Lugones Casa propia (2018), el relato de un hombre que necesita tomar decisiones frente a los avatares que le impone la vida. Escrita junto con Gustavo Almada, quien además protagoniza la película, Ruiz avanza en conceptos trabajados anteriormente como la juventud, la soledad y la noche, logrando un relato sólido y potente. 

 

Por Rolando Gallego(*)

 

“Por suerte, será que no me había percatado de que estábamos estrenando y la película se abría al mundo, porque estaba desconectado editando otras dos películas. Me olvidé de este momento, no me hice la cabeza y estoy muy sorprendido por las buenas críticas escritas y verbales de público, colegas y amigos. Es como cuando estrenamos De caravana en Mar Del Plata: la película les cierra. Una amiga dice que fue a terapia después de verla y habló todo el tiempo de cómo le había pegado la película”, comienza diciendo Rosendo Ruíz.

 

‒¿Cómo resultó escribir el guión junto con Almada?

‒El método fue juntarnos (sabíamos qué íbamos a escribir, porque él es dramaturgo), y proponer pautas de escrituras, puntos concretos del universo que íbamos a relatar. Cada uno se iba a otro lugar de la casa, nos reuníamos de nuevo a los 45 minutos y nos dábamos nuevas pautas para el próximo encuentro.

 

‒¿Duró mucho ese proceso?

‒Cuatro o cinco meses, porque estábamos con otros proyectos. A continuación, ya con la idea de escritor de cine, pensé en cómo unir escenas, ver qué faltaba, armar secuencias y completarlas. Así se terminó el primer guión. Después tuvimos una devolución de una guionista, Paula Markovitch, reescribimos el guión con Gustavo a partir de las sugerencias de Paula, y luego lo reescribimos con los actores, que son en su mayoría de la escena teatral cordobesa. Con ellos nos gusta mucho jugar a la actuación y pautamos, sin saber cuándo se iba a filmar, encuentros para que el rodaje no nos sorprenda sin conocernos. A diferencia de De caravana, en la que usamos técnicas de clown, en este film empezamos con las escenas más importantes. Filmábamos y yo reescribía el guión a partir de aquello que surgía de los ensayos.

 

‒En tu cine se percibe una cercanía con los adolescentes. Ya la primera escena los tiene como protagonistas. ¿Qué encontrás en ese universo y cómo podés reflejarlo tan naturalmente?

‒El método de trabajo es igual al que utilizo con los actores más grandes. Pero he trabajado anteriormente con adolescentes y tengo mucha onda con ellos. Y parece que eso hace que salgan como con vida. En la primera escena están los mismos actores de El Deportivo (2015): los conocía, sabían lo que eran.

 

‒¿Improvisaron?

‒Sí, en pleno set, sabían de qué iba todo. La filmamos como cuatro veces y fuimos puliendo hasta lograr lo que queríamos.

 

‒La película habla del hogar, de la casa propia, pero también de la necesidad del protagonista de poder estar sólo. ¿Cómo llegaste a esa reflexión?

‒La casa propia tiene que ver con encontrarse con uno mismo y con la identidad, que también tiene que ver con el estado. Por eso los departamentos blancos vacíos, que uno después escribe, y que es algo que

Alejandro no tiene. El espacio físico es necesario pero él también necesita otra cosa.

 

‒Porque lo viven desplazando de todos lados…

‒Exacto. Y de la casa del amigo y de la novia. Él duerme en sillones. Habíamos hecho un afiche con eso, como un desplazado sin casa. Teníamos la sensación de generar eso. En San Juan, de chicos, nos gustaba jugar a construir nuestra “casita” con palos. La maqueta que mira tiene que ver con eso también.

 

‒ Las mujeres de la película son personajes muy fuertes. ¿Por qué las incorporaste así?

‒Es un mambo generacional y hay parte de mí en la película. Yo soy el amigo, que pude desligarme del negocio de mi familia hace muy poco. Y creo que lo sigo charlando. Todos tenemos algo fuerte con los padres, sea económico, laboral, deudas. Por eso la figura de la madre tenía que poseer esa fuerza: ella es la coprotagonista, el espejo de la oscuridad de él, la primera generadora de conflictos. Es lo no resuelto, lo principal.

 

‒Él está siempre pendiente de ella, pero le reclama desde su inconformidad todo el tiempo…

‒Es que hay un punto en él cual no quiere resolver el problema. Es una mezcla de todo. Un mambo del tipo “a la madre no se la abandona”. Creo que uno tiene que salvarse primero, porque de lo contrario ni mi madre va a estar feliz.

 

‒¿Cómo ves el fenómeno del cine cordobés actual?

‒Creo que el cine cordobés llegó para quedarse. Ya no hay forma de dejar de producir películas, y me extraña que eso no pase en otros lugares, porque hoy no es tan difícil hacer una película. Por suerte, en Córdoba tenemos todo, y al no terminarlas en 35 milímetros, no hay que ir a Buenos Aires. Hay matices, pero en Córdoba somos más solidarios. Para las primeras películas todos nos unimos para armar el sello de cine cordobés, nos mancomunamos y sucede eso.

 

‒¿Esa es la clave?

‒En general sí. Hay una camaradería importante.

 

‒Tenés dos películas pendientes. ¿Cómo sigue Casa propia?

‒Queremos estrenarla en el segundo semestre del año, y que no se demore mucho. Además tengo otras dos películas y vamos a presentar Tunga en el INCAA, un film noir, bien de género. El protagonista es la Mona Giménez a los 18 años. Él está asociado a la película y, en algún sentido, es como una continuidad de De caravana, un policial de época de los años ’70.

 

Este texto fue publicado originalmente en escribiendocine.com el 19 de abril de 2018.

 

 

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