ENTREVISTA CON SEBASTIÁN BAUZÁ, DIRECTOR DE “BURGUESA”

“El humor hace más llevadera la realidad”

El responsable de la puesta que se presenta en el Teatro Sarmiento repasa las claves para el montaje de una pieza que toma un clásico de Molière y la sitúa en un momento significativo de nuestra historia reciente para tratar de entender, con humor, el presente.

Por Carlos Diviesti

 

 

Ramos Mejía, 1966. La señora Doris Gordini aspira a tener una casa en un country, así como en el siglo XVII Monsieur Jourdain, el protagonista de El burgués gentilhombre, el genial clásico de Molière, anhelaba que su hija se casara con un médico para tener la farmacia en casa. La señora Gordini y Monsieur Jourdain también ansían frecuentar los cenáculos de la aristocracia y ambos se empeñan en aprender lo más granado de la cultura para así presumir como “nuevos e ignorantes burgueses que no aprecian el arte”, según dicen sus maestros. Como en tiempos de Molière con las turquerías y en los de Onganía con los bastonazos y la Guerra Fría, “el humor expone a la sociedad porque tiene momentos de reflexión”, según piensa Sebastián Bauzá, responsable de la puesta en escena de Burguesa.

 

Bauzá tiene una carrera de más de veinte años en el teatro porteño, en la que el humor tiene un lugar preponderante, tanto en su papel de actor como en el de director. Asistente de Luis Agustoni en su sala El Ojo y luego director en lo que significó el regreso como actor de Agustoni (en la pieza Tiempo de partir, que además es su primer trabajo de puesta en escena), el de Burguesa significa su primera incursión en los escenarios del Complejo Teatral.  

 

“¡El tiempo que pasó desde entonces hasta hoy…!”, exclama Bauzá. “Luis viene un día y me dice «escribí una obra sobre la última hora en tiempo real de la vida de Leopoldo Lugones, donde voy a actuar, voy a hacer yo a Lugones», y le digo: «qué bueno, qué bueno que vuelvas a la actuación», porque estaba un poco alejado, y dice «perfecto, la vas a dirigir vos». Me caí de espaldas y cuando me recuperé caigo en la cuenta. Yo fui amigo de Luis Agustoni. Gran parte de mi formación fue con él. Y me dio unos lindos espaldarazos."

 

 

 

 

–Aunque su experiencia como director incluye piezas como Mal de juventud

–Esa obra de Ferdinand Bruckner, sí, cuánto me costó, una obra larga y difícil ambientada en la Alemania de comienzos del siglo XX…

 

­–En sus trabajos, la nota predominante es el humor. ¿Por qué le interesa el humor como forma de expresión?

No es algo en lo que piense antes de empezar a trabajar, pero el humor me parece uno de los grandes salvatajes del ser humano. Creo que está implícito: todo aquello a lo que se le puede incluir un poco de humor, se hace más liviano. Cuando decíamos que predominaba el humor en las cosas que hice, si me pongo a pensar un poco, reconozco que es verdad. Es que me gusta el humor, aunque sea tan difícil hacer reír. Digamos que tiene muchas aristas, la comicidad, el gag... Me gusta el humor inteligente, lo que incluye el humor pasatista, por qué no. El humor tiene cosas muy interesantes como género, por eso creo que, con el humor, las personas pasan mejor las cosas. Tal vez porque estamos en una época, en un país, en un contexto, donde son más las cosas amargas que las dulces. Y tal vez apostar por ese lado desde el teatro haga que las cosas sean más llevaderas.

 

–Si tomamos en cuenta que Seis personajes en busca de un autor y El burgués gentilhombre son precursoras en el absurdo y en el musical, a la hora de dirigir versiones sobre ellas, ¿le interesa más la irreverencia de las versiones o traer la historia del teatro al presente?

–Las dos cosas si se hacen con respeto, y hasta con respeto irreverente. Mientras que el núcleo duro de lo que representa la obra siga estando, me parece genial que podamos hacerlo. Me parece incluso mejor que plantear no moverse del texto original, como el caso del Otelo que nos ofreció Gabriel Chamé Buendia, eso me parece muy saludable. Y luego claro, a quién que tenga alguna expresión artística, no le interesa reversionar a los grandes autores, traerlos al presente. Que yo pueda estar en este teatro haciendo una versión libre de una obra de Molière... Okey, estamos bien, estamos en el camino. Y lo mismo con La función por hacer (una versión de Miguel Del Arco y Aitor Tejada de Seis personajes en busca de un autor, de Luigi Pirandello), que es acercar a un autor quizás desconocido para la juventud, en un teatro como El Método Kairós...

 

¿Le interesa poner la historia en primer plano, o la cuestión histórica (como en el caso de Burguesa con la Argentina en los años ‘60) queda detrás de la construcción escénica?

Está bueno pensar en eso. Me parece que, en el caso de las obras que hice, la escena está en primer plano. La Historia está como fondo siempre, sin temor a equivocarme. Gángster, de Daniel Dalmaroni, pertenece a un ciclo de sus obras que están ambientadas en los años sesenta. Uno se deja influenciar por textos que aparecen, por propuestas de trabajo, se seduce con esas cosas y empieza a pensar en una puesta, no piensa en si es actual o si es de época. Sí representan desafíos distintos. Por ejemplo, con el caso de Mal de juventud, plantear una obra que no se puede sacar de su contexto histórico, lo mismo que Burguesa que no se podría narrar sin el contexto del golpe de Onganía... Primero contamos la historia y mostramos la escena, y luego como fondo está la Historia. Hacer pensar al público como bajada de línea no me interesa, es demasiado pretencioso.

 

Si pensamos en ciertos recursos que se traslucen en la dramaturgia de Burguesa, ¿prefiere utilizar los de la Commedia dell’Arte o los del grotesco?

También es demasiado pretencioso hablar de Commedia dell’Arte. Esa es toda una disciplina. Entendemos que el teatro de Molière está influenciado por la Commedia dell’Arte claramente, dentro de sus farsas o sus comedias-ballet, pero uno trabaja con el material propio como director y con el de los actores que participan del montaje. Trabajar Commedia dell’Arte requiere saber hacerlo muy bien. Sin ponernos bajo un paraguas de “nos movemos en este género o hacemos este estilo”, sí me gusta tomar un poco de las distintas cosas. De hecho, estamos trabajando en esta puesta con Julieta Carrera, una clown magnífica, para tomar elementos que nos permitan desplazarnos hacia la farsa y al grotesco, y no en la disciplina estricta de la Commedia dell’Arte, que la considero un arte en sí y al cual respeto mucho.

 

 –¿Qué tiene de diferente para usted trabajar en el circuito oficial?

Es todo diferente. Vengo de muchos años de teatro independiente, donde la adaptación al medio es el eje principal. Los actores trabajan en otra cosa, hay que congeniar los horarios, al escenógrafo hay que adelantarle una plata, “y dónde ensayamos, en una sala de ensayo o en tu casa, porque no tenemos guita…”, “estrenamos en tal fecha, pero mejor vamos a patear tres meses más porque...”. Adaptación constante, que está buenísimo y que de esto se trata. Pero más allá de la historia que tiene el teatro, que ya de por sí es emocionante estar en las salas de ensayo del San Martín, y en este hall maravilloso haciendo esta nota y pasar por salas en las que a los quince años venía con mi abuela a ver obras, como las de Szuchmacher, a quien me encontré en diciembre en la presentación de la temporada. Es fuerte. Remueve muchas cosas. Y al mismo tiempo, los asistentes arman todo, hacen todo muy sencillo para que uno pueda hacer su trabajo más fácil. Es maravilloso. 

 

¿Y siente que eso lo limita o lo expone?

¿Por qué me limitaría?

 

Digo, no en cuanto a cuestiones creativas, pero como es un ente más burocrático...

No, no, no, al contrario. Siento mucha libertad. No me siento encorsetado. Para mí, como director, es una bendición porque nos ordena. En el teatro independiente, el director propone y el equipo dispone. Si nos gusta bien, y si no nos gusta, también. Acá estamos contratados, nos están pagando, es un trabajo. Debe ser el primer proyecto en el que nadie me dijo “cambiemos el día de tal cosa porque no puedo...”. Al contrario. Encorsetarme en cuanto a eso fue una bendición. Al menos hasta el estreno, claro. Después veremos...

 

 

 

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