"VASSA ES UNA MUJER BESTIAL"
La directora de la obra de Gorki que acaba de estrenarse en el Teatro Regio se refiere en la nota que sigue a las características del personaje protagonista (“una bomba a punto de explotar”) y a las particularidades de llevar adelante una puesta en un teatro público con un actor emblemático como Humberto Tortonese.
Carlos Furman
Mucho menos transitada que Los bajos fondos y Los pequeñoburgueses, sus obras más difundidas, Máximo Gorki concibió Vassa Zheleznova en 1910 como un nuevo intento por diseccionar a la burguesía de su país a través del retrato de una rica y decadente familia de comerciantes. Ante el inminente procesamiento del padre, su esposa, Vassa, asume el control de la casa y los negocios. Un control que se debilita a lo largo de la obra, no solo por las consecuencias que el suceso provoca sino por las extremas decisiones que toma y que afectan a cada uno de los integrantes.
Consumada la Revolución Rusa, Gorki reescribió la obra por completo en 1935 pero mantuvo el carácter avasallante de su protagonista, una mujer empeñada en mantener a cualquier costo ese mundo que se desmorona.
Vassa es una criatura de excepcional carnadura dramática, un ser monstruoso pero de una intensidad real que, sin embargo, detrás de esa máscara severa, permite por momentos vislumbrar a una mujer desesperada que asiste al derrumbe inevitable de su vida.
En la versión de Vassa que se estrena ahora en el Teatro Regio, firmada por la directora Felicitas Kamien junto con Walter Jakob y Agustín Mendilaharzu, “no hay Rusia ni revolución. Hay crisis financiera, inflación y estallido social. Hay una casa y una empresa de las que casi no queda nada, con el padre fundador al borde de la muerte. Y los cambios que Vassa frenó como un dique parecen imposibles de detener”.
Fueron justamente las características de la protagonista lo que primero interesó a la directora: “Vassa es una mujer bestial, un personaje muy contundente, muy singular y de una gran complejidad. Y es el centro de la obra. Una mujer muy fuerte, orgullosa y trabajadora. Pero que sufre una situación dolorosa porque quiere proteger y manejar a sus hijos. Y eso empieza a tambalear. Es una matrona controladora en medio de una crisis emocional muy fuerte. Una bomba a punto de explotar. También me sedujo su forma de actuar tan arbitraria, intentando tapar el dolor y el miedo detrás de ese accionar avasallante. Y después, la red de vínculos que el autor genera entre los personajes”.
Kamien admite que, al principio, se sorprendió por la invitación para abordar un texto de la dramaturgia rusa de principios del siglo XX: “¿Gorki? ¿Yo? No entendía mucho por qué me habían convocado pero después, cuando leí la obra, entendí mejor. Creo que hay algo en el carácter de esa mujer, en su operatoria, así como en la temperatura de los personajes, que se asemeja a las relaciones que se dan en mis trabajos en la escena independiente. El material me interesó mucho porque se trata de un entramado familiar que empieza a deshilacharse, algo que hace rato vengo trabajando en mis obras”.
Entre las obras de la directora está Alfa, una tragicomedia familiar actualmente en cartel en El Camarín de las Musas que, ubicada en un futuro demasiado cercano, plantea un paisaje pesadillesco en el que la contaminación llevó a la infertilidad masculina. Formada con Ricardo Bartís y Alejandro Catalán, ciertos rasgos e influencias se evidencian en su trabajo: la carga dramática y expresiva de los cuerpos y de las miradas, las tensiones entre los personajes.
“Yo tiendo a trabajar con un fuerte nivel tensional, lo que sin dudas conlleva sus riesgos, porque implica ingresar en una zona peligrosa. Pero que es absolutamente necesario para alcanzar una intensidad en la actuación que alcance a impactar en el espectador”.
En relación con la adaptación, Kamien confiesa que nunca había escrito en colaboración con otros autores. “Con Agustín Mendilaharzu y Walter Jakob leímos las dos versiones que escribió Gorki. Después hicimos un mapa de los personajes, tomamos la primera escena, empezamos a tirar de un hilo… y cambiamos todo, comenzamos a jugar muy libremente. Siempre conservando aspectos esenciales de la obra original como la codicia, la sospecha, la traición, el temor y la paranoia”.
El resultado es una versión muy libre de la pieza que combina humor, drama y delirio con elementos que desplazan la realidad hacia una zona de ficción distópica y que, de forma inquietante, se asemeja mucho al presente. “La acción se desarrolla en la Argentina, claramente”, dice Kamien. “Sucede en Banfield… y hay algo muy argentino en esa forma de vivir con incertidumbre, de transitar un tiempo en el que parece que se viene el final de una época”.
La puesta de Vassa en una sala del Complejo Teatral de Buenos Aires representó un verdadero desafío para la directora: “Yo vengo de la escena independiente, y estoy acostumbrada a trabajar con actores de manera muy cercana y con tiempos muy largos de ensayo y producción. Me costó bastante trabajar a contrarreloj, no poder perderme ni tener más tiempo para equivocarme, para dar marcha atrás y volver a empezar. ¡Mi último espectáculo lo estuve ensayando casi dos años!”
Entre los desafíos, uno no menor es trabajar con Humberto Tortonese encarnando a la protagonista de la obra: “porque representa el encuentro de dos mundos, entre el grupo de actores y Humberto, que tiene algo de emblemático para la escena de Buenos Aires. Él carga con eso y yo busqué sacarlo de ese lugar, porque quería tocar una tecla diferente. La elección de Humberto tiene que ver con su carácter, con su rostricidad, su nivel de potencia, su capacidad de juego. Su expresividad permite muchas posibilidades para la construcción del personaje. Contar con esa ventaja es obviamente muy bueno pero también se puede volver en contra. Porque puede pasar que su presencia se ponga por delante del trabajo. Cuando nos conocimos me dijo: ‘hace mucho que no hago de mujer’, y yo le respondí: ‘acá tenés que hacer de una señora. Y buscar a Vassa más allá de Tortonese, que aparezca esa mujer. Hay que buscar en ese territorio. Humberto es muy físico, me sorprendió esa cosa de clown innata, y su tono de gracia permanente, casi involuntario, capaz de hacerte reír aunque esté diciendo algo muy serio”.
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