ENTREVISTA A MIRKO MESCIA

BUSCAR ENTRE SONIDOS

“Trato de que todo lo sonoro, y por sonoro entiendo música, sonidos, ruidos y voces, salga desde la escena, más que imponer ideas a la escena. Cuanto más lleno uno llega al ensayo, de imágenes o músicas, menos espacio tendrá para otros acontecimientos que pueden ser muy inspiradores”

“Trato de que todo lo sonoro, y por sonoro entiendo música, sonidos, ruidos y voces, salga desde la escena, más que imponer ideas a la escena. Cuanto más lleno uno llega al ensayo, de imágenes o músicas, menos espacio tendrá para otros acontecimientos que pueden ser muy inspiradores”

Mirko Mescia es el creador de la música y el diseño sonoro de La biblioteca de los libros desordenados, el último espectáculo del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, que se presenta en el Teatro Sarmiento, como parte de la celebración por los cuarenta años del grupo. Mescia y el director de la pieza, Román Lamas, habían trabajado juntos, y a esa confianza se sumaba la del Grupo de Titiritero, que viene desarrollando una actividad conjunta de trabajo y formación. “Esto es muy especial, si consideramos el ámbito teatral de Buenos Aires, que es bien heterogéneo”, afirma el compositor. 

De origen italiano, con experiencia en creación de música y efectos sonoros para teatro, circo y títeres en ciudades como Granada, París, Buenos Aires y Copenhague, Mescia se reunió con el director Lamas para analizar el texto y empezar a trabajar. “Román me terminó diciendo: Mirko, a ver qué se te ocurre”, recuerda Mescia. “Cuando un director dice eso al compositor es porque lo invita a viajar con él. Es un acto de confianza poética porque nadie conoce, al comienzo, cuál será el destino de ese viaje”. 

Pintar con música

La biblioteca de los libros desordenados nos muestra el universo de los Caldericos, partículas de polvo presentes en aire, dentro de una biblioteca donde trabajan bibliotecarios bastante extraños. “De entrada hay dos ámbitos sonoros: el de los bibliotecarios, interpretados por los titiriteros, y el de los Caldericos, los títeres. Estos universos son enriquecidos por transformaciones, nacimientos, viajes, peligros. La obra pedia mucha variedad musical”.

A partir de música, ruidos, voces grabadas y otras interpretadas en vivo por los titiriteros, se fue creando el mundo sonoro. “A medida que avanzaban los ensayos, me di cuenta que podía contar con el grupo más de lo que había imaginado”. Los titiriteros se hacen cargo, en vivo, del engranaje “ruidistico”, que se pone en marcha desde el comienzo. El primer bibliotecario activa un despertador, los demás entran con gongs escondidos en la escenografía. También hay sonidos y ruidos de apariciones de aves (campanas tubulares), aterrizajes poco felices de un barrilete (caídas de cacharros, latas y platillos), cambios atmosféricos (máquina de viento) y un coro de bibliotecarios que cantan al unísono y a capella, sin micrófonos.

Los titiriteros, en especial Johanna Mizrahi y Mariano Pichetto, compusieron canciones, una de ellas improvisada en un ensayo (la del personaje de Eco, el guardián de un bosque de fósforos). Según el músico, “hay que dejar espacio para que estas cosas sucedan y valorarlas. Fueron de gran aporte a la poética del espectáculo”.  Pino, el calderico que lleva la historia, le canta a su pueblo en un momento de gran dificultad y devuelve los colores que habían perdido. Los bibliotecarios cantan al final un puñado de compases que cierran, en forma colectiva, la historia. 

El sonido en el teatro de títeres y objetos 

“Desde hace unos años me interesa muchisimo este teatro que, lamentablemente, es considerado un género `infantil´ y `superficial´.” Mescia señala que son grandes prejuicios que pesan sobre este arte, que es de los más antiguos. “En oriente el Bunraku es un arte milenaria del cual se desprendierón todas las otras formas de teatro para actores. Sin hablar de las obras de Lorca para titeres, en occidente. Digo esto porque, desde mi punto de vista y en terminos teatrales, las palabras `títeres´ e `infantil´ no tienen nada que ver. Y menos aún `infantil´ con `superficial´.”  

El artista, que dicta talleres de Teatrofonía para músicos y artistas, está acostumbrado a investigar sobre la influencia de lo sonoro en la música dramática, la actuación, la palabra y el espacio escénico. “El mundo de los titeres es un mundo de infinitas posibilidades poéticas. Cualquier actor o actriz quisiera poder volar en escena, tener siete voces distintas, envejecer o rejuvenecer en pocos segundos, todas cosas que un titere/objeto tiene y puede hacer”. 

Para construir este universo de una biblioteca enorme y partículas microscópicas, Mescia visitó junto con Alejandro Mateo, escenógrafo y vestuarista del espectáculo, los depósitos de utilería del Complejo Teatral de Buenos Aires. “Son mundos llenos de maravillas de todas las épocas y materiales. Lo que Alejandro proponía para la obra era muy disparador: quería llenar la biblioteca de todo tipo de objetos extraños y pintorescos, yo quería llenarla de todo tipo de sonidos”. Cuando llevaron a la sala los objetos elegidos, Román Lamas tuvo que tomar aire y sentarse. “Él habia pedido una biblioteca muy loca, y ahí la tenia. Después, con el transcurrir de los ensayos, fuimos descartando lo prescindible; pero fue muy interesante compartir criterios poéticos también con el escenógrafo”. 


La banda sonora de La biblioteca de los libros desordenados se puede escuchar y descargar gratuitamente: https://www.mirkomescia.com/music-2

 

+ info de la biblioteca de los libros desordenados.

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