ENTREVISTA CON ELEONORA COMELLI

CRUCE DE CAMINOS

La directora de El porvenir revela cómo encara su trabajo creativo y la experiencia de montar una pieza que mixtura danza, teatro, música y literatura.

Carlos Furman

La directora de El porvenir revela cómo encara su trabajo creativo y la experiencia de montar una pieza que mixtura danza, teatro, música y literatura.

–En sus trabajos, el cruce entre danza y teatro de texto suele obtener resultados artísticos que resultan toda una novedad. ¿Qué propone El porvenir. Cuentos coreográficos en ese sentido?
–Mi especialidad es pensar un proyecto a partir de la dirección y puesta en escena, y de ahí buscar el mejor equipo que lo pueda llevar adelante conmigo. Los cruces se producen con todas las artes: las del movimiento, sonoras, literarias, visuales...  La novedad que propone El porvenir es que estos maravillosos bailarines despliegan su arte –coreografiado por el artesano del movimiento Gabriel Contreras y por mí– compartiendo, conviviendo y potenciándose en el escenario con lo que aportan Zypce y María Merlino, dos verdaderos “grossos”. 

–¿Estos Cuentos coreográficos tienen como base alguna corriente literaria en particular?
–Esta obra parte de una imagen pero además tiene referencias literarias de mi autor preferido, Felisberto Hernández. No es que concretamente se plasme o se perciba algo de su obra, pero para mí siempre es muy inspirador. También, algunos cuentos de Silvina Ocampo y sus proyecciones imaginarias acerca del futuro, de la videncia, de presagios y premoniciones. Lo que me gusta de ambos autores –y que quise trasladar al escenario– es que tienen mucho humor.

–En la creación de sus espectáculos, ¿tiene alguna idea previa de porcentajes que balanceen la actuación y el movimiento?
–No tan conscientemente, pero sí hay algo que el olfato y la experiencia me dan a conocer. Nada muy difícil, porque tiene que ver con qué tipo de intérpretes va a contar la obra y si hay o no un texto dramático previo. El hombre que perdió su sombra, mi montaje anterior, partía de una novela que adapté antes de empezar los ensayos, donde sabía que trabajaría con tres actores y dos bailarines. Para El porvenir, al ser una obra montada para los bailarines del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, la mayor parte se la lleva la danza, mientras que la literatura se filtra en la forma de armar relato, y la actuación aporta la palabra, una invitada de la compañía. Siempre fui muy fan de María Merlino, propuse su participación y trabajar con ella me hace muy feliz. Fue muy hermoso cuando María le puso voz a todo esto.

–¿Qué diferencias encuentra respecto de trabajos como Él y El hombre que perdió su sombra?
Él fue mi primera adaptación dramática y la creé en el ámbito del teatro independiente con cuatro intérpretes, dos bailarines, una actriz y un actor. El hombre que perdió su sombra tiene unas condiciones de producción similares a las de El porvenir, ya que es netamente una producción de teatro oficial, aunque la elección de los intérpretes estuvo a mi cargo (dos músicos, dos retroproyectoristas, dos bailarines y tres actores). Siempre es un desafío encarar un proyecto nuevo, porque me pongo obsesiva y no me doy margen para nada más. En este caso, el desafío fue trabajar para un ballet, algo que nunca había hecho antes. Y tampoco con tantos intérpretes (son 25 bailarines, una actriz y un músico). Me tuvo en vela mucho tiempo pensando cómo construir de manera conjunta con ellos, que son excelentes profesionales, sin perder el universo poético que surge de pensar ideas que trabajo mucho en soledad.  

 

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