ENTREVISTA CON BETTY GAMBARTES

Descubrir a Clara

La autora y directora de ¿Quién es Clara Wieck? revela en estas líneas el germen del espectáculo que estrenó en la Sala Cunill Cabanellas sobre un personaje tan desconocido como fascinante.

Carlos Furman

Desde ese éxito absoluto del teatro argentino que fue Arráncame la vida, estrenado a comienzos de los noventa y en el cual homenajeaba a los autores más reconocidos de un género entrañable como el bolero, Betty Gambartes ha creado numerosos espectáculos musicales desde la teatralidad que surge de los versos de la canción popular. En algunos casos, partiendo de aspectos de la vida de grandes poetas populares –Discepolín, Manzi— para rescatar un repertorio y una identidad bien propia de los argentinos. 

Ahora con ¿Quién es Clara Wieck?, espectáculo que estrena en la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín, Gambartes vuelve a tomar a un personaje relacionado con la música para contar la historia de una mujer extraordinaria, aunque ensombrecida por ser la esposa de uno de los compositores más destacados del Romanticismo: Robert Schumann. 

“Todos conocen a Clara Schumann, pero pocos a Clara Wieck”, dice la autora y directora. “Siempre fue un personaje muy polémico dentro del mundo de la música clásica. Los fanáticos de Schumann la odian porque supuestamente lo abandonó cuando estuvo internado en una clínica psiquiátrica. Y después está la relación que ella mantuvo con Johannes Brahms. Todos estos aspectos de su vida me resultaron sumamente atractivos para contar su historia”. 

 

¿Cómo surgió la idea de tomar al personaje?

A partir de un encuentro con Eduardo Delgado. Él me habló de su intención de sacar al repertorio clásico del concepto de recital, para presentar a un pianista desde otro lugar. A mí me pareció interesante llevar la música clásica a otro formato, al concepto de espectáculo. Poder hacer una operación similar a la de Discepolín y yo o Manzi, la vida en orsai, pero con la música clásica en lugar de la popular. Entonces me junté con Diego Vila, con quien mantengo una complicidad artística de más de veinte años, y nos pusimos a trabajar en la vida de Clara Wieck. Fue una investigación abrumadora, con una cantidad de bibliografía en todos los idiomas. Y nos dijimos: ¡hablemos por fin del famoso trío: Schumann, Brahms y Clara!

 

Siempre estuvo en claro que sería un unipersonal.

Claro, con un pianista y un cantante para darle otro color. A través de Clara y de su historia tan controvertida y tan interesante, podíamos traer toda la riqueza del mundo musical de la Alemania romántica, pero acotada a un piano y una canción. En el día de uno de sus últimos cumpleaños, Clara llega desde su tiempo histórico a nuestro presente para contarnos cómo fue su vida. Después buscamos obsesivamente la música adecuada para cada escena, para construir una obra total y no una mera excusa para escuchar los temas. Y creo que logramos un espectáculo donde la teatralidad está al servicio de la música y también al revés, porque la música sirve la develar cada uno de los aspectos de su vida. 

 

¿Qué características del personaje son las que más le interesaron abordar?

Cuando estás al lado de dos monstruos como Schumann y Brahms, es difícil estar a la altura. Sin embargo, más allá de una pianista extraordinaria y sumamente famosa en su tiempo –una verdadera rosckstar de su época— Clara fue una compositora muy sofisticada y tremendamente autoexigente. Pero además de dar a conocer la obra de su esposo y lidiar con su enfermedad, ella tuvo que mantener su casa y criar a sus ocho hijos, muchos de ellos también enfermos. Nosotros no dejamos de mostrar los celos y la competencia que se da entre ellos, y también el machismo de la época. Pero a pesar de todos los contratiempos y las dificultades que tuvo que atravesar en su vida, Clara siempre emerge. Y esa es una constante, un signo de los espectáculos que hemos realizado con Diego. Nunca vas a ver vencido a Discepolín ni a Manzi, ni siquiera después de su muerte. Lo mismo con Clara: ella va a salir siempre adelante. 

 

La postergación del estreno obligada por la pandemia le debe haber ofrecido un tiempo impensado para madurar este espectáculo. ¿Qué descubrió en este inevitable tiempo suspendido?

Volví a descubrir la maravilla del teatro. Que uno escribe una letra, la une a una partitura y de repente, lentamente, empieza a emerger la historia. En este caso, en el cuerpo y la voz de una actriz como Annie Dutoit, de una enorme sutileza y que encarna ese espíritu de lo alemán, esa forma austera y protestante del personaje pero, a la vez, egocéntrica y un poco diva de la artista. Y así va apareciendo algo diferente a lo que imaginó en un principio. 

 

pl.

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