MARGARITA MOLFINO, AGUSTINA MUÑOZ Y ROMINA PAULA, AUTORAS Y DIRECTORAS DE REINOS

EL ESPACIO DE LO HUMANO

La pieza que se ofrece en el teatro Sarmiento indaga en el trabajo, en lo comunitario y en el entorno natural que rodea a un grupo de personas. Charlamos con sus creadoras sobre esto, y sobre la poesía que subyace en las tareas cotidianas.

Carlos Furman

La pieza que se ofrece en el teatro Sarmiento indaga en el trabajo, en lo comunitario y en el entorno natural que rodea a un grupo de personas. Charlamos con sus creadoras sobre esto, y sobre la poesía que subyace en las tareas cotidianas.

El teatro Sarmiento está ubicado en un predio muy especial de Buenos Aires, el del viejo zoo hoy convertido en un parque ecológico. Atrás tiene un patio, que en las tardes de primavera permite disfrutar del cielo abierto. La brisa que sopla trae también las voces de los pájaros, y aunque de lejos se escuchan los motores de la enorme masa de vehículos que transita por Palermo, hay otro pulso que reconforta, que late, que respira. 
Es el espacio ideal para que se desarrolle una pieza como Reinos, dueña de una poesía de gestos mínimos y cuya voz trae a escena el curso de los días de una mujer de otro tiempo. Leonor, la abuela de Margarita Molfino, fue una mujer que creció en el campo, donde conoció el rigor del trabajo y también la satisfacción de cumplir con su tarea. Sus palabras, volcadas en un diario personal escrito hacia los años ’30 y que recupera su nieta, sirvieron de base para esta propuesta, de la que Molfino, Agustina Muñoz y Romina Paula son autoras y directoras, y la primera también intérprete. Sobre las texturas de la palabra y sobre la imagen del campo, entre otras cosas, conversamos con ellas.

Reinos es un trabajo colectivo, tanto desde lo dramatúrgico como desde la dirección. ¿En qué coincidieron las tres a la hora de acordar este espectáculo?

–AGUSTINA MUÑOZ: Fuimos descubriendo en qué coincidimos, en realidad. Supongo que había una confianza inicial para embarcarse, pero también un poco de inconsciencia porque uno confía y nunca sabe cómo es el camino. Tuvimos un proceso de muchas reuniones y conversaciones, en las que fuimos encontrando terrenos comunes. Temas que nos dieron ganas de tratar, cosas que leímos o miramos, como también cosas personales de cada una que quedaron afuera y que son espacios menos compartidos. Pero esto que se transformó en Reinos pareciera ser justo algo que nos entusiasmó porque lo podíamos hacer juntas, nunca solas. 

–MARGARITA MOLFINO: Cuando empezamos a juntarnos no sabíamos que finalmente montaríamos un espectáculo en el Teatro Sarmiento, con estos actores, con todo lo que trae una obra de teatro. También fue un proceso que se entramó de a poquito. En los primeros encuentros no sabíamos bien qué íbamos a hacer, y les compartí el diario de mi abuela porque, digamos, intuí que a ellas les podía interesar. Y ese fue el principio. Lo demás lo fuimos descubriendo juntas, como dice Agus, pero no sabíamos que Reinos tendría determinadas características. El principio fue más la puesta en común de intereses. Habíamos trabajado juntas pero nunca en coautoría. 

–Por el trabajo previo de cada una pareciera que prefieren trabajar directamente con la propia experiencia y la reflexión para crear mundos ficcionales. ¿Cuán cercano está el campo para ustedes? 

–ROMINA PAULA: Es cierto que trabajo con cosas más autobiográficas, aunque no en el teatro en realidad. En el teatro suelo escribir cuestiones más ficcionales. En este caso, como  el punto de partida fue el diario de la abuela de Marga, tiene algo como de biodrama, aunque finalmente no lo es. El punto de partida es autobiográfico de alguien que no conocimos. Margarita tampoco, porque no conoció el rol de escritora de su abuela. Es un poco atrevido esto que hicimos, apropiarnos de la primera persona de una persona que ya murió. Y la aproximación a la naturaleza y al trabajo…  Margarita es de Rafaela, por ahí ella sí tiene la experiencia de haber vivido más en contacto con la naturaleza, un poco más que Agus y que yo seguro. Nosotras no queremos representar a la gente de campo, así que ese un vínculo más poético con nuestro objeto. Sí está la primera persona de Leonor, que fue una persona que vivió en el campo y que trabajó la tierra. Eso está ahí como directo, traspasado.  No quisimos para nada representar lo que nosotras creemos que es la vida en el campo. Sí el trabajo en el campo como rutina, como repetición, como ritual, lo que hace el ser humano, sea donde sea que esté. Eso sí nos parecía muy escénico, porque el teatro también es un ritual.

–MARGARITA MOLFINO: Y también nosotras, aquí en la ciudad, que observamos cómo alguien en el campo lo describe literariamente, en otro tiempo… Esa tensión entre nuestra mirada citadina y la de alguien que escribe sobre su entorno, fue un punto de reflexión y de partida sobre cómo nosotras debíamos reflexionar y poner la naturaleza imaginada en el teatro, con el artificio del teatro, que es nuestro elemento y nuestro mundo.

–¿Cuánto quedó de la mirada de Leonor en esta pieza, del tiempo que le tocó vivir?

–AGUSTINA MUÑOZ: A lo largo del proceso el diario fue yendo y viniendo. No sabíamos de qué manera iba a aparecer Leonor. Creo que en una reunión Margui dijo se puede leer el diario en escena. Y desde que apareció esa idea, el diario está en escena como un oráculo, y los personajes, los actores, lo abren y se van a encontrar ahí con lo mismo que nosotras nos encontramos. Por ejemplo "abril 2, 1938", y ahí está el relato de ese día, y se cuelan las cosas del país, del mundo...

–ROMINA PAULA: Literalmente quedaron tres momentos de lectura del diario, en los que se enuncian el día y el mes en que fueron escritos. Y después, una cita en el final. Y otros dos momentos: uno en el que Camilo dice un texto como si fuera de su personaje pero que es algo recortado del diario de Leonor, y otro que es una suerte de diatriba política entre Margarita y Rosario, donde confrontan sobre el tema del que hablan. La obra está escrita por cuatro autoras, digamos, porque en ciertos pasajes la palabra de Leonor está sin intervenir.

–MARGARITA MOLFINO: A mí seguramente me pasó que, como leí tanto el diario, robé términos, palabras, el modo en qué ella habla de las gallinas... Ella habla de las gallinas como pájaros, por ejemplo. Tomamos ideas, modismos que ella tiene en su escritura... Hay algo de lo que pasa en Reinos que no está tan definido y que está intencionalmente abierto a diferentes miradas. Desde los vínculos, los personajes, los nombres, las relaciones. Todo está puesto en un lugar medio borroso.

–AGUSTINA MUÑOZ: Leonor nos habilitó a la escena desde un comienzo, porque en su escritura aparece muy fuertemente el trabajo como algo físico, arduo, duro. Y ese espacio de la escritura, de su escritura, que es una especie de ejercicio más espiritual, de pensamiento y de reflexión. Entonces, nos agarramos del trabajo y la escritura que Leonor honraba. Ojalá que esto esté presente.

–MARGARITA MOLFINO: Además ella tomaba el momento de escritura del diario fervorosamente, porque los días en que no puede escribir se lamenta mucho, es una necesidad profunda. Y ahí siento que hay una conexión con lo que hacemos, aunque tengamos vidas tan distintas. Ella habla de la escritura, como de una producción necesaria, donde quiere pensar sobre el mundo, sobre lo que ve, sobre lo que siente, y en eso no creo que estemos tan lejos. 

–¿Leonor llegó a una edad avanzada...?

–MARGARITA MOLFINO: Sí, noventa y cuatro años. Murió en el 2011. Vivió siempre muy bien, llena de animales. Vivió mucho en el campo, en la adolescencia, que es la época del diario, y cuando se casa con mi abuelo se van a vivir a la ciudad de Rafaela. Pero siempre mantuvieron el vínculo con la tierra, y su casa en la ciudad estaba repleta de pájaros, de perros y gatos. 

–Este espectáculo da cuenta de un proceso que las tres profundizan a lo largo del tiempo, ese que las acerca a otras formas artísticas como las del cine y la literatura. ¿Qué las hace seguir experimentando sobre lo efímero del escenario?

–AGUSTINA MUÑOZ: Cuando tenemos malos ensayos uno piensa en qué frágil que es el teatro, ¡cómo la obra puede ir y venir a voluntad! Me parece que eso mismo es también lo fascinante, lo atávico. Ahora nos va a tocar a Romina y a mí mirar eso que habrá de suceder, y que una vez que comienza se abre a las fuerzas de ese día, de ese público, de quién sabe de cuántas otras cosas. Y eso de exponernos es algo arriesgado, aventurero, que mantiene la sangre bullendo. Es como una especie de pacto de confianza con algo más...

–ROMINA PAULA: Hay algo de ese encarnado, de cómo se superponen las capas, de entender una obra con el cuerpo… Nuestro vínculo con el material es como la parte de abajo del iceberg, y uno da por sentado que los actores comparten todo ese universo, pero por supuesto que no es así. Y a la vez está bien que los actores tengan su propio vínculo con el material. Cuando todos los elementos convergen la obra empieza a aparecer, o no. Pero cuando aparece, se revela a sí misma y eso no sucede en otro lugar que no sea el teatro.

–MARGARITA MOLFINO: Eso que Leonor describe como una rutina diaria, y sin embargo nunca un día se calca con el otro, por más que esté todo digitado. Mañana los troncos estarán un poquito más acá, un poquito más allá, las palabras tendrán otro tono, el cuerpo otro andar… Una vez que la obra está escrita  y el material empieza a hablar por sí mismo, comienza otra etapa muy hermosa también: la obra toma decisiones sola.

–Las tres ya tienen un arco recorrido en su trabajo, y son referentes de una generación a caballo entre dos siglos. Y por la posición que tienen, les toca, quizás, establecer pautas nuevas para su tarea. 

–ROMINA PAULA: Creo que esta obra plantea una ética. Bueno, no sé qué obra no plantea una ética. A veces es más explícito, a veces menos, pero acá se habla de ciertos temas. Reinos es una obra donde hay armonía entre seres humanos de distintas generaciones, que trabajan y piensan juntos,. Así dicho suena didáctico, pero es la ética que teníamos entre nuestras manos durante este proceso, y quisimos compartirla. No es para bajar línea, porque la obra tampoco es lo suficiente explícita como para bajar una línea clara, pero sí eso de que un grupo de gente que piensa en comunidad y que se trata bien aunque disienta, porque no se trata de estar siempre de acuerdo. Este es un tiempo de pensar y de unirse. 

–AGUSTINA MUÑOZ: Para mí también es un intento de contar esa especie de convivencia con otras fuerzas que estos personajes reverencian, y que también escuchan en ese medio que no es solo de humanos. Porque de eso también tenemos que aprender un poco.

–MARGARITA MOLFINO: También corrernos de esos lugares estancos donde estamos a veces, y que por ahí podrían pensarse distinto. Cómo le hablo a alguien, cómo me relaciono, o cómo creo que se educa a una persona, cómo es una comunidad...

–ROMINA PAULA: Aunque nos referimos a veces a la familia no queríamos que hubiese vínculos definidos. Nos gustaba que fuera un grupo humano donde puede o no haber familia, pero que no fuera algo preciso o determinante.

–MARGARITA MOLFINO:Importa el vínculo en sí mismo. Eso también me parece que es una apuesta ética.  

–ROMINA PAULA: Y que los seis actores estén todo el tiempo en escena también es una celebración de la comunidad.

–AGUSTINA MUÑOZ: Sí. De lo coral, de lo comunitario.

–ROMINA PAULA: Nada pretencioso (risas).

–Este proyecto tiene la curaduría de Vivi Tellas y se presenta en un teatro oficial. ¿Qué distingue el trabajar en el CTBA respecto de otros espacios teatrales de la ciudad?

–ROMINA PAULA: En el teatro independiente estamos mucho más cerca del objeto, del vestuario, de lo que sea. En el teatro oficial, donde hay un departamento para cada cosa, pensamos que sería más complicado, pero ahora que todo se conjuga, puedo decir que montamos la obra que fantaseamos y que estaba en los anteproyectos, tanto en la escenografía, como en la luz, como en el vestuario, como en la música. El camino fue arduo, es otra clase de control, con todo lo bueno y lo malo que eso implica.

–AGUSTINA MUÑOZ: Estamos acostumbradas a trabajar en un medio más artesanal, que aquí no está. En ese sentido ensayamos el tiempo que queríamos, con los actores pagos, todos los días... Entonces hay que acostumbrarse a delegar, a que haya mucha gente. Eso también tiene su parte contenedora, aunque para nosotras es nuevo y distinto.

 

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