ENTREVISTA CON STEPHANIE LAKE

El poder de la masa

Poco antes de estrenar "Colossus" en la Sala Martín Coronado, la reconocida coreógrafa australiana habla sobre el espectáculo y su montaje con el Ballet Contemporáneo y egresados del Taller de Danza del San Martín, además de exponer sus ideas acerca de la danza como forma de expresión 

Yo soy inmenso…
y contengo multitudes.
Walt Whitman

 

Coreógrafa, bailarina y directora de la galardonada compañía australiana que lleva su nombre, Stephanie Lake no es de esas artistas que desde su temprana niñez supo a qué quería dedicarse, ni tampoco de esas bailarinas que comenzaron a formarse en la infancia. Sin embargo, una vez que se decidió, su carrera se desarrolló con éxito y a gran velocidad, a lo largo de los últimos veinte años. Dee Jefferson escribió en ABC News (Australian Broadcast Corporation): “Cuando la mayoría de los futuros bailarines australianos estaban en clases preparatorias de ballet, Stephanie Lake andaba en malla saltando en el sótano de su casa, y arrastrando a sus hermanos a participar en actuaciones que les presentaban a sus padres; cuando las coreógrafas que ahora son sus colegas se perfeccionaban en la barra del estudio de danza y se ajustaban las primeras zapatillas de punta, ella patinaba sobre hielo en las praderas de Canadá, donde vivió hasta sus 8 años. E incluso cuando su familia se mudó a Launceston en Tasmania, no fue hasta su adolescencia que empezó a tomar clases de danza, y recién a los 19 tomó contacto con la técnica de ballet”. Ya viviendo en Melbourne en la actualidad, recuerda en forma risueña: “Era un diamante en bruto que realmente había que pulir mucho”, pero también señala que siempre estuvo en movimiento, sólo que para su propio disfrute, e incluso al día de hoy se siente una outsider en el ámbito de la danza profesional. 
El punto de inflexión fue su participación en la compañía Stompin, que tiene una filosofía de cocreación entre profesionales y artistas jóvenes, y que le dio el espaldarazo a sus capacidades de improvisación y composición y la confianza en sus cualidades instintivas. Una suerte de epifanía en un viaje que hizo a Israel ligado a la fe bahaí en la que se crió, “sólo hacer eso que es lo que más te gusta hacer”, la lanzó definitivamente a la danza, aunque logró entrar al Victorian College of the Arts (Melbourne) “por un pelito”.  Reprobó ballet en tercer año después de pasar “raspando” los dos anteriores, así que tuvo que pelearla mucho para graduarse. Pero con la llegada a Melbourne desde Nueva York de coreógrafos como Phillip Adams y Lucy Guerin, y el surgimiento de nuevas compañías como Chunky Move, la carrera de Lake despegó y a sus 25 era una de las bailarinas más requeridas de la ciudad. A los 26 tuvo a su primera hija, así que luego de un período en el que se dedicó más exclusivamente a la maternidad, volvió a la danza alrededor de 2008 en el rol de coreógrafa. 
Su producción incluye obras como The Universe is Here, Manifesto, Colossus, Replica, Pile of Bones, Double Blind, DUAL, A small Prometheus, AORTA y Mix Tape. 
En 2013 Lake fue nombrada Directora Residente Inaugural de Lucy Guerin Inc, que implicaba trabajar como asistente coreográfica de Guerin en el Ballet de la Ópera de Lyon. Recibió la prestigiosa beca Sidney Myer Creative Fellowship en el mismo año y había recibido la Dame Peggy Van Praagh Choreographic Fellowship en 2012. También se hizo acreedora del Australia Council Fellowship for Dance 2018-2019.
Lake creó numerosos trabajos coreográficos para Chunky Move, Sydney Dance Company, Queensland Ballet, Dancenorth, New Zealand Dance Company, Expressions Dance Company, Beijing Dance/LDTX, Stompin, Frontier Danceland (Singapur), Sydney Symphony y Victorian College of the Arts. Sus espectáculos se presentaron en Australia y Nueva Zelanda y también realizaron giras internacionales. 
Colabora en producciones teatrales, cinematográficas y para televisión, artes visuales y videos musicales y dirigió varios trabajos de gran escala en el espacio público, involucrando alrededor de 1500 participantes, como por ejemplo en Multiply en 2020. Lake misma se define como “maximalista” y un poco como “bowerbird”. Así le dicen en Australia al coleccionista de misceláneas, connotación que proviene de esas vistosas “aves del paraíso” de Oceanía que recolectan para luego desplegar la mayor cantidad de recursos en el escenario del cortejo. Lake no tiende a despojarse, sino a sumar.
Colossus es, precisamente, otro ejemplo de ese tipo de trabajos con grupos grandes, estrenado originalmente con su compañía en 2018, en la ciudad de Melbourne, interpretada por un elenco integrado en su mayoría por estudiantes o bailarines en formación, y que tuvo un tremendo éxito de público y crítica. En este caso, Stephanie Lake viajó a Buenos Aires con su equipo a montar esta obra pensada para 50 intérpretes, cuyo título ya sugiere una experiencia monumental, con el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín y egresados del Taller de Danza Contemporánea. Colossus explora las relaciones entre el individuo y el colectivo, el esfuerzo solitario y la unión festiva, que no por casualidad coincide la máxima del bahaísmo, la unidad en la diversidad. 

 

 

A continuación, la coreógrafa comparte algunas de sus ideas sobre este espectáculo a punto de estrenarse en la Sala Martín Coronado, sobre los bailarines que lo interpretarán en esta oportunidad y sobre la danza en general.

‒¿Cuáles fueron los temas disparadores de Colossus? ¿Cuál sería, desde su perspectiva, el rasgo más poderoso de las coreografías con grandes grupos de bailarines?  
‒¡Estaba inspirada para crear un espectáculo ambicioso, de grandes dimensiones, con la mayor cantidad de bailarines que pudiesen entrar en el escenario! Las coreografías con grupos numerosos tienen el potencial de decir tanto sobre cómo organizamos nuestras sociedades, sobre cómo los seres humanos vivimos en proximidad, sobre nuestros sistemas de control y de influencia y sobre las dinámicas de nuestras relaciones más íntimas... Para Colossus me sentí convocada a explorar el poder de la masa –para bien o para mal, pero eventualmente para bien ya que soy en esencia una optimista–. A nivel coreográfico hay tanto potencial de contagio cuando se trabaja con muchos intérpretes: patrones y ritmos complejos, un unísono poderoso, y también los sonidos de los propios cuerpos y voces de los bailarines. 

‒¿Qué expectativas tiene sobre el montaje de la obra en Buenos Aires con el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín? 
‒Estoy muy entusiasmada por dos razones: es la primera vez que se presenta en la hermosa Sudamérica y es la primera vez que va a ser interpretada por una compañía profesional. En general fue bailada solamente por recién graduados o por alumnos que están cursando estudios terciarios. Estoy muy agradecida de tener la oportunidad de trabajar con los sensacionales integrantes del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Tuvimos también la gran suerte de presentar Colossus en todo el mundo, y el espectáculo adquiere un significado y un carácter levemente distinto en cada ciudad.  A nivel personal, ésta es mi primera vez en Argentina ¡y estoy enamorada de este lugar! 

‒¿Qué impresión se están llevando desde el punto de vista técnico sobre los bailarines del San Martín? Antes de su llegada a Buenos Aires, otras integrantes de la Stephanie Lake Company ya estuvieron ensayando con el Ballet Contemporáneo y egresados del Taller de Danza… 
‒¡Son intérpretes increíbles! Estoy tan fascinada con sus habilidades físicas, pero también con su individualidad y su expresión personal. Nos encanta la diversidad de bailarines, así como su singularidad y su fuerza. Somos muy afortunadas porque tienen una gran capacidad desde el punto de vista técnico, pero son también fantásticos improvisando y muy creativos. Y todos han sido tan cálidos dándole la bienvenida a nuestro equipo… Estuvieron trabajando intensamente con nuestras directoras de ensayos, Nikky (Muscat) y Marni (Green), durante dos semanas, y ahora ya tenemos todo listo para el estreno. 

 ‒¿Qué piensa de la participación de bailarines que recién egresan pasando por la experiencia de formar parte de una coreografía a nivel profesional?
‒Me encanta la oportunidad que Colossus le aporta a quienes han finalizado sus estudios hace poco. Es un momento tan tierno y apasionante; están en ese punto de inflexión antes de pasar al siguiente capítulo del resto de sus vidas, cualquiera que vaya a ser. Es un privilegio trabajar con bailarines jóvenes y darles la oportunidad de bailar en los principales escenarios y en los festivales más importantes. En Buenos Aires, los recién graduados tienen la oportunidad de bailar junto con los intérpretes profesionales de la compañía, y estoy segura de que se trata de una experiencia de importante aprendizaje para ellos. Están trabajando con mucho empeño y son sumamente talentosos. 

‒Entre las diferentes artes escénicas, ¿qué impacto piensa que tiene la danza específicamente como forma de expresión, como vehículo de emociones e ideas? ¿Cómo se relaciona este impacto con Colossus?   
‒La danza es una forma de arte universal. Llega a la gente de manera profunda y visceral y puede conectar con públicos más allá de las lenguas y las diferencias culturales. La danza comunica emociones y estados psicológicos complejos sin necesidad de palabras. Puede conmover insondable y misteriosamente y es por eso que me apasiona. Todos sabemos lo que es habitar la fisicidad de un cuerpo y sentir las sensaciones y los movimientos, así que cuando contemplamos una obra de danza podemos experimentar una reacción empática. Colossus es esencialmente una pieza abstracta, pero también dice cosas sobre nuestras sociedades y las relaciones entre las personas que cruzan las barreras culturales. Ilumina la experiencia humana universal. Espero que a los espectadores argentinos les guste mucho el espectáculo.  

 

Victoria Eandi

 

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