La expresión de la fuerza del amor

Recién llegado a nuestro país para el estreno porteño de su obra, en estas breves líneas el dramaturgo y director español Alfredo Sanzol resume magníficamente la génesis de su creación: una comedia romántica de aventuras en la que advierte sobre la imposibilidad de mantenernos ilesos de los daños que produce el amor

Los fracasos amorosos suelen traer a la cabeza una frase: “todos los hombres son iguales”, o “todas las mujeres son iguales”. Detrás de la vieja idea de lucha de sexos, que la comedia ha sabido explotar tanto porque es falsa, se esconde algo más profundo: la negación de la igualdad de los seres humanos. 

Reconocer que la cuestión no es de género sino de carácter, supone abrir la posibilidad de que uno, simplemente, se haya equivocado de persona. La ternura nació con la intención de vengarse de los que expanden la idea de que todos los hombres son iguales, o de que todas las mujeres son iguales. También con el objetivo de abrir el cuerpo al riesgo de la generosidad y del cuidado, dos bases esenciales para la ternura, para la expresión de amor. 

Descubrir que la ternura es expresión de la fuerza del amor, y que tiene que ver más con lo musculoso que con lo blandengue del alma, también fue otro acicate. Esta es una historia de islas desiertas y amores posibles e imposibles, también de padres y madres temerosos del dolor de sus hijos, de plantas milagrosas, volcanes vivos y aventuras fantásticas. 

Para mí es un placer enorme que La ternura esté en Buenos Aires y que recobre nueva vida con este montaje, una vida particular y llena de maravillosos matices. 

Espero que sea un placer para todos y un pequeño regalo para las heridas del alma.

Alfredo Sanzol

 

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