ENTREVISTA CON MARÍA Y PAULA MARULL

RECONOCERSE EN EL REFLEJO DEL RÍO

María y Paula Marull son gemelas, pero además son actrices, dramaturgas y directoras. Y todo eso en conjunto y a cuatro manos lo despliegan en "Lo que el río hace", el espectáculo que puede verse por estos días en la Sala Cunill Cabanellas. Si bien compartieron proyectos, nunca habían escrito una obra juntas de cero ni se habían alternado para hacer un mismo personaje. En esta entrevista hablan sobre el proceso creativo y los principales temas de su espectáculo.

Carlos Furman

LA INTERLOCUTORA INMEDIATA

María cuenta que cuando les encargaron esta pieza, al ser la primera vez que iban a trabajar en el Complejo Teatral de Buenos Aires, tuvieron “ganas de hacer algo nuevo, correr algún riesgo, que significase un desafío. Queríamos usar el parecido físico poéticamente, que tuviera otro significado más. Y allí surgió la hipótesis de hacer el mismo personaje, Amelia. Quisimos lanzarnos a un proyecto puramente de ambas, asumirlo juntas y ver qué salía”. Paula agrega que también desde el Teatro les pidieron que fuese una creación conjunta y que no fuese preexistente, sino que fuese pensada especialmente para el San Martín. Si bien se trataba de una producción distinta a la que están acostumbradas en el circuito independiente, siguieron siendo “fieles al método de siempre, escribimos sin pensar cuántos actores iban a participar u otros aspectos de la puesta, sin especular, pero con la premisa y el deseo de apelar al parecido físico como un procedimiento teatral”.

En cuanto al proceso de escritura, María explica que fueron volcando el aporte de cada una en un archivo conjunto de Drive, más allá de reunirse para pensar la obra juntas. Ese trabajo virtual les sirvió porque cada una iba avanzando cuando podía: “Funcionó muy bien. Es necesario poner un poco de distancia, pero por otro lado está el plus de recibir un estímulo inmediato. Cuando escribimos en soledad, siempre hay un interlocutor imaginario y surgen dudas porque no hay distancia respecto del material. En este caso había una interlocutora concreta y así el proceso fue más liviano y, con la confianza que nos tenemos, nos dijimos todo con libertad. Igualmente, aunque fuese a cuatro manos fue mucho trabajo y también dudamos juntas”. “Era una doble duda porque somos como la ‘sucursal’ de nosotras mismas”, comenta Paula, entre risas. Sin embargo, agrega: “Si bien somos muy parecidas, al ser dos, el ida y vuelta sumó, hubo gran intercambio de opiniones”. 

En el texto que escribieron para el programa de Lo que el río hace las Marull describen a la protagonista y su devenir: “Amelia está desbordada, perdida entre objetos y obligaciones, su presente es una montaña de exigencias que trata de escalar cada mañana. La muerte de su padre la obliga a volver al pueblo donde pasó su infancia: un escenario vacío donde nada es como lo recordaba; salvo el río, que la invitará a reconocerse en su reflejo o a sumergirse hasta tocar el fondo”.

 

LA DUPLICIDAD

La apariencia casi idéntica de las Marull se convierte en un elemento constitutivo de la obra, tiene resonancias en muchos niveles; no sólo en cuanto a la posibilidad de interpretar ese personaje en distintos espacios y situaciones a nivel práctico en la puesta en escena, sino también en relación a su desdoblamiento entre el pasado y el presente y respecto de su transformación y redescubrimiento personal. 

Paula explica que para ellas “fue un proceso intuitivo de búsqueda y de prueba. Sabíamos que el hecho de ser gemelas se podía usar teatralmente (en cine se utiliza mucho este recurso). Decidimos investigar con libertad hasta encontrar cómo trabajar el procedimiento de la duplicidad, qué significa y qué cuenta. Terminó siendo troncal porque Amelia es un personaje que se reencuentra consigo  mismo, más allá del recurso de edición cuando nos vamos pasando la posta”. Los criterios con los que alternan la interpretación del personaje durante la obra surgieron de una exploración en los ensayos. Paula recuerda que primero pensaron en “una Amelia por escena pero no se llegaba a armar, era muy cortado. Entonces decidimos que, cuando el pasado irrumpe, ahí la releva la otra Amelia en el pasado. Pueden también incidir cuestiones técnicas. En algunos casos es puramente juego escénico, por ejemplo para ciertas elipsis, pero nos parecía que estaba bueno que no fuera porque sí. Además era importante que hubiese un recorrido para actuar, ir acumulando actoralmente, no fragmentar tanto. Al final sí se incrementa ese juego hasta que las dos se encuentran, se miran y hablan”. 

Por su parte, María señala que tenía que existir “un cambio emocional que justificase la alternancia. La otra Amelia aparece cuando lo pide el material narrativamente, a partir de los monólogos, el pensamiento, los recuerdos”, que funcionan como distintos puntos de inflexión. Paula destaca que hay “un pasado que la viene persiguiendo hasta que la alcanza. Eso nos ayudó a encontrar el dispositivo. No sé si es algo que la gente se da cuenta porque  hasta los que más nos conocen llega un punto en que no saben quién es cada una”. “Todo esto es ‘teórico’, tiene que ver con cómo construimos el relato. Son los hilos que sostienen los ladrillos que nosotras necesitamos para no poner cada cosa en cualquier lado. Pero alguien puede pensar que no es el pasado lo que irrumpe, que es una voz interior. Hay una hipótesis que nosotras necesitamos pero después nosotras mismas a veces nos olvidamos de eso porque gana lo simbólico, lo poético, lo emocional”, aclara María. Por otra parte, cabe mencionar que también rotan el orden de aparición. En la segunda mitad de la temporada, María empieza la obra interpretando a Amelia, mientras que en la primera era Paula; por lo cual habrán realizado un recorrido distinto del personaje cuando hayan concluido las funciones. 

 

EL TIEMPO, LA MATERNIDAD Y LA FIGURA DEL PADRE

Otro gran tema de este espectáculo es el del tiempo. Originalmente la pieza iba a llamarse El tiempo que no me di. Si bien el título cambió, hay una serie de reflexiones y preguntas sobre el tiempo que permanecieron y que con la pandemia se resignificaron: “¿El tiempo que no vivimos está guardado para nosotros en alguna parte? ¿Las palabras que  no dijimos existen todavía? Las que no escuchamos, ¿se volverán a pronunciar para nosotros? ¿Adónde se esconde el tiempo?”.

Entre la convocatoria y la escritura de la obra y el estreno pasó también mucho tiempo, el aislamiento por COVID, la realización del documental en torno a la pieza para el ciclo de audiovisuales “Modos híbridos” y luego todo el proceso de ensayos. La trama principal no se modificó, pero el documental, que implicó viajar al pueblo de Esquina durante la pandemia y “bucear” en el lugar, en las características del entorno de donde venían estos personajes, sirvió para que los actores se aproximaran a ellos y para profundizar y expandir esos mundos, así como a ellas para afianzar ciertos aspectos tanto técnicos como poéticos. “Fue como un experimento, como un salto al vacío porque no habíamos ensayado”, confiesa Paula. “Y fue como un ‘caleidoscopio’ de lo que iba a ser después la versión final de la obra”, dice María. El documental tiene la cualidad y la honestidad de -además de exponer el proceso creativo de Lo que el río hace- evidenciar también las propias preguntas de cómo hacer ese mismo documental. Es como un revés de la trama y como un “mellizo” del espectáculo. 

La cuestión del tiempo está muy ligada asimismo en la pieza a la maternidad y cómo conjuga la mujer el ser madre con su desarrollo profesional.  María “se refiere a los tiempos de la ciudad, a los tiempos de ahora, pero a los tiempos de las ciudades chicas también. Toda la vida cotidiana es demandante, de eso hablamos en la obra. Estamos haciendo muchas cosas en paralelo y hay una sensación de no estar nunca al día, de que el tiempo no alcanza. Nunca es suficiente, siempre estamos en deuda. Hay que bajar la autoexigencia e intentar que el tiempo no se nos vaya sin que nos demos cuenta, disfrutar, que la vorágine no nos consuma todo”. Paula agrega que “la culpa es inherente a la maternidad porque hay una exigencia de la sociedad y de una misma de ser buena madre y buena profesional a la vez, y no es fácil. Siempre hay que estar haciendo malabares pero al fin y al cabo es mejor para un hijo una madre realizada, cansada pero feliz”.

Por otra parte, la figura del padre es también contundente en Lo que el río hace; en dicha figura se filtran los aspectos biográficos reales de las creadoras del espectáculo, lo que se evidencia sobre todo en el anclaje en la historia familiar que aparece en el documental. María manifiesta que “no fue una decisión a priori, nunca dijimos ‘vamos a hablar de nuestro padre’. Para nosotras Esquina está muy ligado a él, ya que realmente vivió ahí. Entonces empezó a aparecer y no lo reprimimos, muchas imágenes son muy reales de nuestro papá, pero también hay muchas decisiones ficcionales o dramatúrgicas. No es nuestra vida, pero la obra está muy inspirada en él. Es como una suerte de homenaje”. Paula agrega que indagaron “con libertad en pensamientos y palabras para ampliar ese universo. Como Amelia es escritora, esa rama literaria la dejamos en forma de monólogo, de evocación al padre. Ésta es una obra menos ‘cerrada’ que lo que estamos acostumbradas, se abre al público a través de esos monólogos, que son más narrativos”. 

María y Paula Marull expresan que si bien mantuvieron la misma manera artesanal de trabajar que desarrollan en el circuito independiente, estar en el Teatro San Martín les dio unas posibilidades de periodicidad de ensayos y funciones que no suelen tener, así como una producción y un respaldo que les permitió contar, por ejemplo, con la música de Antonio Tarragó Ros, que aporta ese clima litoraleño fundamental para el espectáculo. Esa atmósfera tan simple y a la vez tan maravillosamente lograda, en la que el río se siente como un compañero que conocemos de siempre, como lo manifiesta Amelia: “Me siento acá y siento el olor que tiene el mundo cuando me siento a salvo. Entierro los pies en la arena como si fuera una frazada vieja. Y el río no me mira, no me interroga. Nos quedamos en silencio. Juntos. Como dos amigos que permanecen callados, sin mirar televisión, sin emitir palabra, en silencio, escuchando sólo su respiración”.

 

Victoria Eandi 

+ info de Lo que el río hace

INFORMACIÓN IMPORTANTE PARA EL DÍA DE LA VISITA: