ENTREVISTA CON MATÍAS FELDMAN

UN MONTAJE INCONMENSURABLE

“Un océano de imágenes, de información, de escenas, de épocas. El Hipervínculo necesitaba abundancia”. En esta nueva entrega de la Compañía Buenos Aires Escénica, Matías Feldman abandona el relato aristotélico para hipervincular al espectador con una multiplicidad de voces y perspectivas.

Gustavo Gavotti

“Un océano de imágenes, de información, de escenas, de épocas. El Hipervínculo necesitaba abundancia”. En esta nueva entrega de la Compañía Buenos Aires Escénica, Matías Feldman abandona el relato aristotélico para hipervincular al espectador con una multiplicidad de voces y perspectivas.


Cuando se le pregunta al director y dramaturgo Matías Feldman sobre el Proyecto Pruebas, que viene desarrollando con la Compañía Buenos Aires escénica desde el 2013, aclara que no se trata de obras sino “investigaciones que devienen espectáculos”. Estas experiencias se completan con talleres abiertos a la comunidad y la redacción de una bitácora como registro del proceso, que el espectador puede pedir por correo electrónico. “Se trata de ampliar la recepción”, afirma el dramaturgista de la compañía, Juan Francisco Dasso. “No creemos que sea importante leerla antes para entender el trabajo. Esto no es industria del entretenimiento. La prueba no sólo radica en el resultado espectacular sino también en las reflexiones, y la manera más práctica que encontramos de plasmarlas es escribiendo la bitácora”. 
Feldman, que venía produciendo distintos montajes, llegó a un punto de crisis respecto a las lógicas de producción imperantes en el circuito teatral independiente, incómodas para los tiempos de investigación (horarios de funciones, tamaños de la salas, espacios para guardar escenografía). “Algo se había agotado y quería encontrar mi propia manera de producir y exhibir, hacer mi propia ola y surfearla. El proyecto es la investigación y la obra es una excusa para poder investigar”. En esta oportunidad, desembarca en la Martín Coronado. La dimensión de la sala mayor del Teatro San Martín alberga esta escala “hiper”. El espectáculo abandona la consecución lógica y pone en relación elementos que parecieran no estar vinculados, que poco a poco empiezan establecer algún sentido. 

-¿De dónde surgen esos temas?
- Las propias pruebas van generando nuevas reflexiones, que me llevan a pensar dónde queremos poner el foco. Las pruebas no son consecutivas, no hay que ver una para entender la otra. Nos interesa lo heterogéneo, lo dinámico, que no haya un camino endurecido y único.

-¿Cómo aparece el interés por las relaciones en la era digital?
- Esta prueba está relacionada con la anterior, El ritmo, que reflexionaba sobre la vida contemporánea en relación al trabajo, y ahí no hay manera de no abordar lo que implican las nuevas tecnologías en nuestra existencia. Me parecía interesante plantear una prueba que arranque por algo más temático y llevarlo a lo procedimental. El hipervínculo es un fragmento dentro de las nuevas tecnologías y planteaba el desafío de escribir una obra cuya lógica no sea la narrativa clásica o aristotélica. Es una Prueba que sucedió primero en el  escritorio, en la dramaturgia, en el tiempo que me tomé para escribirla, no tanto como otras donde probaba en el ensayo con los cuerpos de los actores.

-¿Qué encuentra de interés en esta dramaturgia hipervincular?
- Me interesaba cómo el hipervínculo deviene en montaje y qué pasa cuando un material escénico no tiene el típico arco de comienzo, nudo y desenlace, sino que ya está fracturado. Tenemos un entrenamiento perceptivo en la fragmentación. Cuando la percepción recibe fragmentación, ¿es narración, es curaduría? Hay un control burgués que a mí me interesa atentar.

-¿Cómo fue hacer esta Prueba en la sala Martín Coronado?
- Queríamos plantear algo muy experimental y muy riesgoso en la sala más importante del Complejo Teatral. Ahí también hay una prueba, que los creadores del teatro independiente podamos habitar estos espacios. Una experiencia interesante, emocionante y de enorme responsabilidad.

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Juan Francisco Dasso, dramaturgista

“Me acerqué al trabajo de Matías Feldman como espectador, la Prueba I ya había comenzado y sentía que podía acompañar. Matías luego se contactó conmigo y me dijo que le interesaba continuar nuestro intercambio en la forma del dramaturgista, una figura del siglo XVIII alemán personificada por Lessing, quien habilitó todo un pensamiento sobre la escena. Empecé a vincularme con las Pruebas y observar el trabajo, estando en los ensayos en una forma más periférica, unos pasos atrás del director y el asistente, leyendo signos que no puede leer el director en su urgencia por armar el hecho escénico, en el montaje. En la Prueba II tomaba apuntes, citas, hasta chistes que surgían en los ensayos, como un registro del proceso de creación, y de ahí surgió la bitácora como una memoria escrita de los hechos teatrales, como lo hizo el propio Lessing en su época. Son dos las tareas: acompañar el proceso creativo, ofrecer una interlocución para el director, que no puede tener con otros miembros de la compañía, y la segunda tarea es elaborar la bitácora, que es lo que estoy haciendo en este momento”. 

 

+ info de el hipervínculo (prueba 7)

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