UN VIAJE SONORO
El Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea (CCMC) del Teatro San Martín tendrá este año una invitada muy especial. Compañera de ruta de varios de los grandes creadores del Siglo XX y, en el presente, figura tutelar de la improvisación entendida como una de las bellas artes, actuará el 4 de diciembre junto con el violinista Théo Ceccaldi y al frente de un grupo de músicos argentinos que participará en un taller a su cargo.
El Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea (CCMC) del Teatro San Martín tendrá este año una invitada muy especial. Compañera de ruta de varios de los grandes creadores del Siglo XX y, en el presente, figura tutelar de la improvisación entendida como una de las bellas artes, actuará el 4 de diciembre junto con el violinista Théo Ceccaldi y al frente de un grupo de músicos argentinos que participará en un taller a su cargo.
“Mis principales maestros fueron John Cage y Derek Bailey”, dice Joëlle Léandre. Los nombres de dos de los íconos fundamentales del Siglo XX en el campo de las tradiciones escritas y de la improvisación libre sitúa a la contrabajista que fue musa de Cage, de Giacinto Scelsi y de Anthony Braxton en el punto exacto de intersección de las dos grandes vanguardias musicales del último siglo y medio. Personaje fundamental tanto del experimentalismo ligado a las corrientes más modernistas del jazz como de los compositores más inclasificables de la llamada “música contemporánea”, Léandre está más allá de cualquier frontera.
Integrante del Ensemble Intercontemporain que dirigió Pierre Boulez y maestra y fuente inspiradora, a través de los talleres que dicta, de varias generaciones de jóvenes músicos aventureros, Léandre llegará por primera vez a Buenos Aires para participar del CCMC 2018 en una producción que cuenta con el apoyo del Institut Français. El próximo Martes 4 de diciembre en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín se presentará junto con el notable violinista Théo Ceccaldi -a quien conoció en uno de sus talleres y al que llama cariñosamente “mon bébé”- e integrando a los participantes en el workshop intensivo que durante dos días dará en esta ciudad para músicos de diversos géneros.
“Mi filosofía es la misma desde que era muy joven. Creo en el ser humano y en que cada uno debe hacer lo que debe hacer. En mi opinión no hay diferencia entre un poeta, un músico, un carnicero o un panadero. Todos trabajan con conocimiento técnico, con interés y creatividad y un montón de esfuerzo. Ese esfuerzo, en mi caso el trabajo para dominar mi instrumento, para mejorar la técnica, el sonido, la textura, la solidez en el cimiento y la construcción de mi música, son necesarios para expresar la esencia, para crear arte, de la misma manera en que lo hace un pintor, alguien que baila o un poeta”, afirma la contrabajista. “Es un viaje solitario pero sumamente gratificante, porque permite aprender de otras personas y también que ellas aprendan de uno. Se conoce a alguien, por ejemplo una bailarina, y ella nos puede enseñar cómo hacer música a través de su baile. Uno interactúa, se comunica, sin importar dónde esté. Uno encuentra un lenguaje común y aprende de él.”
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