HISTORIA PERMANENTE DEL CINE: MAX OPHÜLS
Del 15 de septiembre al 1° de octubre
Ocho largometrajes del gran realizador nacido en Alemania que debió desarrollar una parte importante de su carrera en el exilio, a causa del nazismo.
Tan celebrado como periódicamente olvidado, Max Ophüls (1902-1957) es autor de una obra nómade, desarrollada en Alemania, Francia, Italia, Holanda y los Estados Unidos, aunque siempre llevó consigo su propia visión del mundo, marcada por un desencanto barroco. “Era todo delicadeza, profundidad y pureza”, escribieron Jacques Rivette y François Truffaut en las páginas de Cahiers du Cinéma. “Se lo consideraba pasado de moda, anticuado y arcaico, cuando en realidad trataba temas eternos: el deseo sin amor, el placer sin amor, el amor sin reciprocidad. El lujo y la frivolidad le servían para construir el ambiente adecuado para esa pintura cruel”. Truffaut en particular siempre fue uno de sus grandes defensores. Escribió: “Ophüls no era un virtuoso o un esteta o un realizador decorativo, como se lo ha llamado más de una vez. No hacía diez u once planos con un solo movimiento de cámara simplemente para que se ‘viera bien’. Como su amigo Jean Renoir, siempre sacrificó la técnica a la actuación. Ophüls creía que los actores entregaban lo mejor y lo menos teatral de su talento cuando eran forzados a alguna clase de esfuerzo físico: subir escaleras, correr a campo traviesa o bailar durante un largo plano-secuencia”.