24 EXPOSICIONES

Una construcción entre imágenes y palabras a lo largo del tiempo

MUESTRA 15/

Insólito destino

Peter Paul Rubens
Cabeza de Medusa
Óleo sobre lienzo
1617-1618
68,5 x 118 cm

Como cualquier otra cosa, el arte de la Estatua se repiensa.
Lo extraño y singular sería una estatuaria que en lugar del continuo replanteo se mantuviese inmóvil, pétrea por siempre.
A ese eterno congelado se lo designa Clásico.
Pero Clásico no atrapa ni tampoco fija; mucho menos es estático.
Clásico es posibilitador de establecimientos; un marco de referencia que habilita a plantear todo lo demás.
Clásico entabla una relación con un hoy cualquiera sin importar cuan fechado ese hoy pueda llegar a estar.
Clásico es disoluble en tiempo presente, nunca en pasado.
Clásico es blando, suelto y permeable a los vaivenes de la Historia.
Vital y latente como el corazón de un animal indómito, Clásico retiene una ebullición incesante que permanece como un irresoluble eterno.
Clásico ríe ante la falsa osadía a la que una Vanguardia mustia se entregó, poniendo al descubierto la impostura y la rígida Tradición de una historia del cambio que contempla a la erupción Clásica como enemiga y desconoce que Clásico no tiene opuesto.
Derribar estatuas como un Perseo en patota es derrumbar lo que de abierto, perturbador y esencialmente libre poseen las obras caídas.
Este rencor es con Figura, no con Clásico.
De no ser así, las estructuras primarias emplazadas durante el siglo XX no permanecerían incólumes.

Bruno Dubner

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