24 EXPOSICIONES

Una construcción entre imágenes y palabras a lo largo del tiempo

MUESTRA 14/

Toda la memoria del mundo

Still she haunts me, phantomwise,
Alice moving under skies
Never seen by waking eyes*

El rostro de una mujer. Una mano muy cerca de sus labios, rozandolos. Una mirada íntima, cercana, que mira casi sin mirar. Dedos que ven y ojos que tocan. Un horizonte vacío, fuera de foco, como en sueños. Una imagen en blanco y negro, fija y retenida en el tiempo, que quiere capturar dentro suyo toda la felicidad de estar en el mundo.

Chris Marker
Fotograma de la película La Jetée
1962

Mientras tanto una voz en off recita: “Nada distingue los recuerdos de otros momentos: no es hasta más tarde que se dejan reconocer, en sus cicatrices. Ese rostro que debería ser la única imagen de tiempos de paz que sobrevivió tiempos de guerra, durante mucho tiempo él se preguntó si lo había visto realmente, o si había creado ese momento de ternura para sobrellevar la locura que estaba por venir”.

La Jetée es la historia de un hombre marcado por una imagen, por una imagen de infancia. Una imagen arrancada de la acción que la contenía, como un fotograma extraído de una película. La Jetée es un oráculo disfrazado de película, que se presenta desde sus títulos como un Photo-roman, una fotonovela. Una sucesión de instantes pausados encadenados dentro del movimiento de una narrativa. Sostenida simplemente con una secuencia de imágenes fijas, una voz en off y una banda sonora, La Jetée es un cuento de hadas post-apocalíptico que visita un futuro tras la tercera guerra mundial. Un momento donde aquel hombre es elegido entre miles, precisamente por su fijación en esa imagen del pasado, para realizar viajes en el tiempo que ayuden a los restos de la civilización a subsistir. El destino final es el futuro, en donde esperan encontrar el socorro necesario, pero el entrenamiento para estos viajes se hará en el pasado, y es allí donde el hombre verá nuevamente aquel rostro.

Para el protagonista de La Jetée -nunca sabremos su nombre pero su heroína decide llamarlo Mi fantasma-, ese rostro, esa mujer, ese misterio están totalmente presentes y absolutamente ausentes, hechos imagen, convertidos en estatua de sal y de plata. Está enamorado de esa memoria. Quiere pasar del otro lado del espejo en busca de aquella fotografía, para reencontrarse con ella, con aquel recuerdo que no sabe si ya pasó o aún está por llegar. Darle vida a una imagen muerta, inventar un recuerdo futuro.

La Jetée atraviesa entonces el espejo e invierte todo: no sólo es una película proyectada en una pantalla que asume la condición de fotografías impresas, se mueve también en su propio tiempo fuera del tiempo, en ese lugar tan parecido al limbo que sólo las fotografías pueden habitar. Pasado presentificado, presente imperfecto, futuro incondicional. Y ese título que suena demasiado parecido a Ahí yo estaba (Là j'étais) para traducirlo de cualquier otra manera menos precisa. ¿Puede (una vez más) el futuro ayudarnos a entender el pasado?

Más que una remake de Vertigo, La Jetée retoma la forma del peinado enrollado de Madeleine vestida de Judy (¿o era al revés?), esa espiral del tiempo en la que Scottie también se pierde. Un espiral no repite, se re-inscribe en su propio bucle, da vueltas en ese proceso de entropía infinita que nunca encuentra ni sus comienzos, ni su finales. Cada uno de los cinegramas que componen La Jetée es una máquina de generar significados, sueños posibles. Demasiado parecidos al silencioso rostro de alguien amado convertido en imagen, en esa magdalena de todos esos tiempos perdidos por venir. Algo muy parecido a la felicidad.

Ariel Authier

 

*”Todavía me persigue, fantasmal, / Alicia moviéndose bajo los cielos / Nunca vista por ojos despiertos”. Lewis Carroll, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, 1871. 

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