24 EXPOSICIONES

Una construcción entre imágenes y palabras a lo largo del tiempo

MUESTRA 21/

La cosa

El primer plano de las dos manos de un hombre trabajando. Las manos de un alfarero modelando un objeto que empieza a aparecer. Una pose perfecta, cuidadosa, delicada. Con todos esos dedos cubiertos por un líquido brillantemente viscoso, extendidos en una tensión cuasi sexual sobre la circular superficie que apenas rozan. Líneas, círculos, brillos y texturas, todo congelado en la tirantez entre el blanco, el negro y todos los grises de la platería fotográfica. Mientras tanto esas manos, silenciosas y petrificadas, siguen tallando una forma que a su vez las esculpe aún más a ellas mismas.

Albert Renger-Patzsch
Töpferhände, 1925
Copia sobre gelatina de plata, 17,1 x 23,1 cm

El plan óptico, científico, clínico, esquizofrénico, pero por sobre todo, pornográfico de la vieja/nueva objetividad Renger-Patzschiana buscaba ver las cosas. Los objetos en sí. Capturar la magia de esas cosas materiales a través de una cámara, enfrentándose con un detalle infinito de sí mismo: la fotografía en sí. Un delirio superreal de entreguerras que disfrazaba a la política de antiarte. Un espejo con forma de martillo. Una “fotografía fotográfica”.

Las manos del alfarero siguen modelando esa materialidad barrosa de la misma manera que, del otro lado del reflejo, las manos del fotógrafo modelan la inmaterialidad de la imagen transmitida por los cristales del lente. Porque siempre son las manos y no los ojos quienes definen el recorte de una fotografía. No sólo sostienen y ubican el aparato fotográfico mientras retocan sus perillas, botones, enfoques y demás parafernalia técnica. Es el golpe del dedo anular sobre el disparador el que define la imagen, no la mirada que la precedió. El disco sigue girando mientras miramos, se congela cuando lo arañamos.

Ese perfecto girar inmóvil de la masa que, gracias al roce del dedo pulgar, logra copiar la forma circular del lente que lo enfrenta. Dedos en manos que emulan las poses de las manos que las están retratando. ¿Quién mira a quién? La fotografía, como la escultura, es mirar con las manos. Manos que graban, que arrancan pedazos de materias y realidades. Que tocan para creer.  Silenciosas, quietas, reflectantes y ficcionales como una escultura de tiempo.

Ariel Authier

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