24 EXPOSICIONES

Una construcción entre imágenes y palabras a lo largo del tiempo

MUESTRA 18/

La fotografía y su doble

Dos cabezas unidas en la brillantemente opaca superficie del papel fotográfico. Dos gemelas superpuestas, una diurna y una nocturna. Dos miradas: una clavada, desafiante; la otra huyendo, a la defensiva. Pero ninguna mira a la otra, ambas están enfrentando algo más allá del recuadro de la imagen en el cual están encerradas, más allá de ese fondo gris medio que las envuelve con sus líneas y patrones geométricamente disueltos. Sin ropas, adornos, pelo, cejas ni contexto, tan sólo vestidas con la violencia de la cegadora luz blanca que se refleja en sus sobreexpuestas pieles. Una que son dos que son múltiples, clones infinitos de un original inexistente. Un Frankenstein vampírico disfrazado de Max Schreck, disfrazada de Klaus Kinski, disfrazada de Lucy Schwob, disfrazado de Claude Cahun.

Claude Cahun
Que me veux-tu?, 1928
Copia sobre gelatina de plata, 18 x 23 cm.

Claude Cahun siempre fue muchas. La sobrina del autor de las Vidas imaginarias fue burguesa, lesbiana, judía, comunista, poeta, fotógrafa, fotomontajista, collagista, exploradora de objetos, actriz, guerrillera, artivista, surrealista, masculina, femenina y neutra. Todo durante la primera mitad del siglo XX cuando “queer” era todavía sinónimo de “freak”. Claude también era Marcel Moore, o Suzanne Malherbe, su hermanastra, su amante, su co-conspiradora fotográfica y junto con quien bajo el no-nombre de “El soldado sin nombre” en la remota y ocupada isla de Jersey, introducían secretamente en los bolsillos de soldados alemanes papeles de seda que en letra gótica rezaban “Vamos a perder”, instándolos a desertar.

Así como una de sus poquísimas publicaciones realizadas en vida, su novela Aveux non Avenus (algo así como Confesiones no confesadas) es una autobiografía que se asume como una anti-memoria - “Hasta que vea todo claro, quiero perseguirme, luchar conmigo” susurra ya en su primer página-, las fotografías de Cahun son sobre todo, anti-autorretratos. Sea siendo Salomé, Safo, María, Blancanieves, Aelita la reina de marte o Querelle de Brest, Cahun usa a la femineidad como mascarada. Debajo de la máscara, siempre hay otra máscara, otro baile, otra identidad, otra crisis, otro error, otra posibilidad. “Los espejos harían bien en reflexionar un poco más antes de devolver las imágenes” decía la Sangre de un poeta. Las mascaradas de Cahun operan precisamente en ese lugar, desenmascarando, devolviendo un reflejo mucho más ambiguo, potente y desestabilizador del que recibieron.

¿Qué querés de mí? grita el doppelgänger de Cahun desde el título de esta fotografía mientras vuelve inútiles a las oposiciones binarias. Intimidación, travestismo y camuflaje: puro efecto y táctica mimética para confundir, para confundirnos, para fundirse y transformarse en mantis usando una imagen como carnada. Un engaño para hacernos creer en la (im)posibilidad de (auto)representarnos, de re-presentar con imágenes. Una trampa que quiebra el espejo de la cámara y que hace que una vez más, la fotografía, como yo, es otro.

Ariel Authier

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