24 EXPOSICIONES

Una construcción entre imágenes y palabras a lo largo del tiempo

MUESTRA 23/

Lo invisible

“Entre las muchas nuevas ideas que ha suscitado el descubrimiento de la fotografía, se cuenta este curioso experimento que nunca he puesto en práctica y que, hasta donde sé, nadie ha probado o propuesto pero que, sin embargo, creo que, debidamente abordado, debería funcionar.”*

William Henry Fox Talbot
A scene in a library, 1844
Impresión en papel salado de un negativo calotipo, 13,2 x 18 cm

Con el párrafo anterior comienza el texto que acompaña la Lámina VIII de El lápiz de la naturaleza, el libro que W. H. Fox Talbot publicara en fascículos entre 1844 y 1846. Un libro raro, único, el primero de distribución comercial que osó mezclar textos con veinticuatro fotografías, ese invento aún muy joven del que Fox Talbot se proclamaba uno de sus descubridores. Los escritos que acompañan las veinticuatro exposiciones Talbotianas parecen a primera vista explicar los beneficios, las bondades y las posibilidades de la nueva creación técnica, el calotipo o talbotipo,  la versión patentada por Fox Talbot que a diferencia de las otras veintitrés que circularon a partir de 1839, utilizaba un negativo antes de llegar a la imagen final.

Pero ese experimento foto-textual propone un dispositivo mucho más complejo y novedoso: lejos de la idea del epígrafe o de una mera ilustración, las relaciones entre las imágenes y las palabras, entre el ver y el leer son puestas constantemente en juego y en duda -podría incluso decirse. Escena en una biblioteca,  es muy probablemente el más radical de estos enlaces: a la imagen de una parte de una biblioteca -más precisamente la imagen de dos estantes con libros cuidadosamente (des)ordenados y dispuestos sobre ellos, hundiéndose en un fondo negro-, se la reúne con un texto que no sólo no la menciona ni la describe en absoluto, sino que se pone a discurrir largamente sobre una experimentación con el límite invisible del espectro lumínico. Un experimento posible sobre el ser visto cuando no se puede ver, sobre lo indecible.

Si para Baudelaire el “arte fotográfico” anulaba la ficción, para Fox Talbot todos sus detalles sólo producían sueños inconscientes y pesadillas literarias. El lápiz de la naturaleza es un catálogo con forma de manual didáctico que esconde una autobiografía romántica pre-rafaelita. “Pues, retomando la metáfora antes usada, el ojo de la cámara ve con claridad ahí donde  el ojo humano sólo ve oscuridad”.*

Fotografiar lo que no se ve y escribir sobre lo que no se fotografió: la luz en dos sistemas descriptivos inadecuados. Dos sistemas de representación irreconciliables y a la vez profundamente unidos en un mecanismo de reflejos en donde la metáfora literaria se transforma en metonimia fotográfica. Siempre hay contigüidad física donde hay una fotografía, nuestros ojos están aún tocando esos tres volúmenes de Manners and Customs of the Ancient Egyptians de la biblioteca Talbotiana. Pero el ojo de la cámara no es un ojo, es un aparato. Y la naturaleza es otro invento del romanticismo al igual que todos sus lápices.

“Lástima que este juego de reflejos sea demasiado refinado para convertirse en motivo de alguna novela o romance, pues ¡qué desenlace tendríamos si los secretos de la sala oscura pudieran ser revelados por el testimonio del papel impreso!”*, se ¿lamenta? Fox Talbot al final de su texto. Creer en la fotografía como un secreto, como un enigma, no para ser revelado por el texto sino más bien para ser velado, cubierto de máscaras, rodeado como en todo drama gótico. Escondido en los agujeros negros que brillan entre los libros de esa biblioteca. Algo demasiado, muy parecido a lo que intentamos en estas veinticuatro exposiciones.

 * El lápiz de la naturaleza, W.H. Fox Talbot. Trad. John Abberton, editorial Cassimiro libros, Madrid, 2014, pag 30-31

Ariel Authier

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